domingo, 22 de octubre de 2017

Mi fantasía.

Imagínate un tu y yo. Imagina que día a día, mis ojos ven tu rostro durmiendo. Que te despierto cada mañana con caricias y besos, con un café caliente en la cama. Imagínate como sería un buen despertar todos los días, haciéndote sonreír por las mañanas, dándote motivos para que abras los ojos y te den ganas de comerte el mundo. Imagina la vida que podría darte, de besos, de caricias, de achuchones, de piques tontos, de cosquillas. Que cada día sea una aventura, algo nuevo. Que paseemos de la mano por todas las calles de la ciudad, que nos vean. Que nos vean. Que te vean feliz, y a tu lado que me vean a mi, mirando esa sonrisa que me da vida y me mata. Esa carita de niña picara, de loca, de ángel. Imaginatelo..

sábado, 21 de octubre de 2017

Poco a poco.

Existen de los pequeños. Como una mirada a escondidas, una de esas que lo dice todo. Una sonrisa, imposible de controlar. Ir por la calle y rozar su mano con la tuya. Las cosquillas entre risas de niños pequeños. Las ganas interminables de hablar. Una llamada por teléfono, de esas que nadie quiere colgar. Luego están los grandes. Los que marcan una gran diferencia. Locuras que parecen un sueño. Un abrazo con un toque de desesperación, provocado por un pensamiento negativo o una pesadilla, como si te fuese a perder. Que se ponga tu ropa y luego huela a ella. Un regalo absurdo, algo que lleves siempre puesto y que al mirarlo, te venga su imagen a la cabeza. Su cara, sus ojos tranquilizadores. Su respiración cerca de tu cuerpo. Caricias por partes insospechables. Besos inesperados. Que te coja por la calle y te abrace para sentir tu calor... Existen pequeños y grandes. Pero sean cuales sean, y sean como sean, los pequeños y grandes detalles marcan la diferencia. La diferencia entre quererte. La diferencia entre amarte. O la diferencia de estar locamente enamorado de ti.

La definición.

¿Sabéis esa sensación de calor, cuando estas cerca de ella? Esa que te queman las manos, por tocarla. Por deslizar tus dedos por su mano, por su cara, por su cabeza, por su cuerpo. Esa que te arden los labios por comertela a besos. Por clavar delicados sonidos húmedos en su boca, en su cuello, en su espalda. Esa que se te derrite el alma por tenerla al lado. Llamas que salen de tus ojos al verte reflejado en los suyos. Sofocones que te dan al escuchar y notar su respiración cerca de ti. Explosiones de extasis, con sudores fríos y calientes a la par, cuando te roza. ¿Sabéis esa sensación de estar jodidamente enamorado?.

Expresaría cada palabra que siento alrededor de tu cuello. Escribiría con besos húmedos cada miedo que tengo. Plasmaría con mis manos en tu piel cada mal augurio. Te acariciaria el pelo mientras pienso que, la mala suerte de que tú cabello se enrede entre mis dedos, es la mejor fortuna que pude tener. Busqué felicidad lejos de ti, y fue la peor aventura que pude tener. Busqué amor, busqué pasión, busqué lo que no había. Y cuando dejé de buscar, te encontré. Aún se oyen los susurros de aquellas estrellas que antaño brillaban tan fuerte que hipnotizaban a quien las mirase. Susurros extraños, susurros de recuerdos. Susurros que pocos entenderían, pero los suficientes para que signifique algo.

El rey.

¿Y si te dijera que me creo el dueño del mundo? ¿Y si te dijera que me creo el rey de todo?
¿Y si te dijera que nada más que necesito una cosa para ser feliz?
A cada paso que doy, a cada suspiro que echo, a cada lagrima caída, cada vez me levanto, más, y más fuerte, y más convencido de que necesito tu sonrisa cerca de la mía.
Hacerte reír con chistes, con cosquillas, con cosas de niños.
Esa sonrisa sincera, esa que hace que brillen tus ojos, que brillen los míos.
Esa que me pierde, que me encuentra y me mata.
Esa que me hace sudar, que me petrifica y que detiene mi tiempo.
Esa que se considera una de las maravillas del mundo, de mi mundo.
Tu sonrisa, el motivo perfecto para vivir.
Tu sonrisa, todo lo que necesito para tenerlo todo.

martes, 17 de octubre de 2017

Sueño.

Una vez tuve un sueño. Uno en el que me desperte varias veces, y varias veces me volvi a dormir, para seguir soñando. Un sueño increible, uno precioso, uno sin final. Uno en el que tu y yo fuimos, eramos uno. Tu pelo largo, suelto, castaño y suave se alzaba con la brisa de un atarceder en la playa. Tus ojos brillaban con la luz del sol, tu sonrisa me iluminaba a mi.
Tu mano agarraba la mia, fuerte, como si temieras que me soltara. A la vez mis dedos intentaban acariciarte, para tranquilizarte, para hacerte entender que no me iba a ir, que no me iba a escapar, que no te iba a soltar.
Unos pasos por la orilla, con el agua fria clavandose como agujas en los pies. Una parada, inesperada, de esas que no sabes ni porque lo has echo. Y de repente, te cogia de la cintura, te daba media vuelta y abrazandote por detras veiamos como el sol se alejaba de nosotros. Hablando entre susurros te grite que te queria, y entre risas me contestastes que tu mas, como siempre.
Un sueño del que ojala no me hubiese despertado. Un sueño que ojala se convierta en realidad. Un sueño perfecto.